jueves, 4 de octubre de 2007

EL CID


RODRIGO DÍAZ DE VIVAR


Nació a mitad del siglo XI(hacia 1043) en Vivar. Era hijo de Diego Laínez (infanzón de Vivar) y de Teresa Rodríguez. Al quedar huérfano de padre, se crió en la corte del rey Fernando junto al príncipe Sancho, de cuyo séquito formaba parte.
Fue investido caballero alrededor del año
1060, en la iglesia de Santiago de los Caballeros (Zamora). Entre 1063 y 1072 fue el brazo derecho de Sancho y guerreó junto a él en diversas batallas. Fue nombrado alférez del rey cuando Sancho accedió al trono de Castilla (Sancho II) en 1065, al mando de la milicia real.
En
1067 obtuvo el título de Campeador (Campidoctor) al vencer en combate a Jimeno Garcés, el alférez del rey de Navarra, para dirimir una disputa por unos castillos fronterizos en la llamada Guerra de los Tres Sanchos.
Como jefe de las tropas reales, acompañó a Sancho en la guerra que mantuvo con su hermano
Alfonso VI, rey de León y con su hermano García, rey de Galicia, con el objeto de reunificar el reino dividido tras la muerte del padre. Desempeñó un papel notable en las victorias de Llantada (1068) y Golpejera (1072). Tras esta última, Alfonso VI fue capturado y Sancho II se adueñó de León y, a continuación, de Galicia.
Parte de la nobleza leonesa se sublevó y se hizo fuerte en
Zamora, bajo el amparo de la infanta doña Urraca, hermana de los anteriores. Sancho II, con la ayuda de Díaz de Vivar, sitió la ciudad, pero murió asesinado por el noble zamorano Bellido Dolfos.
Alfonso VI sucedió a su hermano en el Reino de Castilla y en el de León. En su calidad de alférez real, tomó juramento a Alfonso VI de no haber intervenido en la muerte de su hermano Sancho II.

Las relaciones entre Alfonso y Díaz de Vivar fueron buenas en principio; el nuevo rey le proporcionó un honroso matrimonio con
Jimena Díaz (julio de 1074), noble asturiana, bisnieta de Alfonso V, con quien tuvo tres hijos: Diego, María y Cristina .
En
1079 fue comisionado por el rey para cobrar las parias al rey de Sevilla. Durante esa misión, ganó un combate contra las tropas del rey moro de Granada, a las que acompañaban las de García Ordóñez, en misión similar a la de Díaz de Vivar.
El ataque sufrido por Díaz de Vivar, sin embargo, tuvo una relevancia especial por cuanto, al parecer, habría sido parte de una maniobra del propio Alfonso VI con el objeto de desequilibrar las fuerzas de los
reinos de Taifas en su beneficio. Sin saberlo, la misión de Díaz de Vivar fue en contra de los planes de su rey. Por lo demás, su victoria frente a un noble de buena posición en la corte, García Ordóñez, complicó su situación.
Esto tuvo como consecuencia que el rey decretase su
destierro.
A finales de
1080 o principios de 1081 partió. Junto con sus vasallos entró al servicio desde 1081 hasta 1085 del rey de Zaragoza, al-Mutamín, que encomendó al Cid en 1082 una ofensiva contra su hermano, el gobernador de Lérida, Mundir, que, aliado con el conde Berenguer Ramón II de Barcelona y el rey de Aragón, Sancho Ramírez, no quería acatar el poder de Zaragoza a la muerte del padre de los dos.
La mesnada del Cid derrotó a la coalición, en la
batalla de Almenar, donde fue hecho prisionero el conde Ramón Berenguer II. El apoteósico recibimiento de los musulmanes de Zaragoza al Cid al grito de «sīdī» («mi señor» en árabe) pudo originar el apelativo de «mio Çid». En 1084 el Cid desempeñaba una misión en el sureste de la taifa zaragozana, atacando Morella. Al-Mundir, señor de Lérida, Tortosa y Denia, vio en peligro sus tierras y recurrió de nuevo a Sancho Ramírez, que le atacó el 14 de agosto de 1084. De nuevo el castellano se alzó con la victoria.
La invasión
almorávide y la derrota en 1086 de Alfonso VI en la batalla de Sagrajas, propiciaron el acercamiento entre rey y vasallo. En 1089 se produjo una nueva disensión con el rey, al llegar tarde las tropas de Díaz de Vivar al sitio de Aledo, lo que le provocó un segundo destierro. Junto con su mujer Jimena y sus soldados más leales marchó en busca de gloria.
A partir de este momento, planteó su intervención en Levante como una actividad personal. En
1090 saqueó el Reino de Denia y después se acercó a Murviedro ( Sagunto), provocando el miedo de Al-Qadir en Valencia, que pasó a pagarle tributos. El rey de Lérida, por su parte, pidió ayuda frente a Díaz de Vivar al conde de Barcelona, Berenguer Ramón II, al que derrota en Tévar en 1090. Como consecuencia de estas victorias, se convirtió en la figura más poderosa del oriente de la Península.
Salió victorioso de una alianza entre castellanos, aragoneses y catalanes para apoderarse de
Valencia en 1092. Como represalia, lanzó un ataque sobre La Rioja que obligó a Alfonso VI a volver a su reino. A estas alturas todo Levante, excepto Zaragoza, pagaba sus parias a Díaz de Vivar.
En otoño de 1092 se vio obligado a pensar en el asalto a
Valencia, perdida tras la muerte de su protegido; puso sitio a la ciudad y, finalmente, entró en ella el 15 de junio de 1094.
Establecido ya en Valencia, se alió con
Pedro I de Aragón y con Ramón Berenguer III con el propósito de frenar el empuje almorávide. Las alianzas militares se reforzaron con matrimonios. Una hija suya, María, casó con Ramón Berenguer III, y su otra hija, Cristina, con el infante Ramiro Sánchez de Navarra.
A comienzos del año 1097, los almorávides atacaron el territorio valenciano. Pedro I de Aragón acudió en auxilio del Cid y vencieron a los musulmanes. Ese mismo año, Rodrigo envió a su hijo Diego Rodríguez, a luchar junto a Alfonso VI contra los almorávides. Las tropas de Alfonso VI fueron derrotadas y Diego perdió la vida en la Batalla de Consuegra.
El Cid murió en Valencia en 1099 debido a unas fiebres. Doña Jimena consiguió defender la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III durante un tiempo, pero en mayo de
1102, con ayuda de Alfonso VI, la gente de El Cid abandonó Valencia.
Sus restos fueron inhumados en el monasterio burgalés de
San Pedro de Cardeña. Durante la Guerra de la Independencia los soldados franceses profanaron su tumba. Los restos fueron recuperados y, en 1842, trasladados a la capilla de la Casa Consistorial de Burgos. Desde 1921 reposan junto con los de su esposa doña Jimena en un emplazamiento privilegiado de la Catedral de Burgos.

No hay comentarios: